PINTAR PALABRAS es una opción, como pudiera ser la de pintar un paisaje, un retrato o la abstracción que sugiere un sentimiento que nace a flor de piel. Sin embargo, la particularidad que lleva intrínseca la palabra, que la hace aquí especialmente atractiva, es que no la encontramos afuera, no son los sentidos los que nos la acerca: a la palabra la encontramos dentro de cada cual. Los balbuceos son las primeras que soltamos como una exhalación de ese algo nacido en lo interior que necesitamos comunicar al exterior, es una expresión nacida libre, sin ataduras sociales, ni voluntad consciente. A partir de ahí, el aprender a hablar, a leer o a escribir, a estar en sociedad, lo vamos a ir haciendo conjugando: por un lado, está aquello que nos viene de dentro y por otro, está lo que nos llega de afuera. Y la palabra irá creciendo en las entrañas de cada ser humano, desde que nace hasta que muere, al ritmo que lo hace la propia vida, es algo tan personal como ineludible, apela a lo más recóndito del ser y la vida, al misterio que vela la realidad en la que vivimos.
EL TRAZO es su fiel reflejo, no quiere trasladarnos su lectura que está a su lado alimentando la razón consciente, pero sí el sentimiento inefable de una palabra cargada de imágenes, la meditación que abre su silencio, que hace vacío para que circule. Es la energía, su movimiento, en definitiva, lo que el pincel traslada a la hoja para que los sentidos puedan participar de ella, es la pura abstracción nacida de lo más concreto, paradójicamente. Es un despertar de la palabra, justo ahora, cuando parece que duermen cargadas de sin sentido, dirigidas en beneficio de quien las suelta más mentirosas que nunca, disminuidas por tantas veces incomprendidas. Despierta indómita la palabra para decir que son otra cosa, que su fondo es tan profundo como el cosmos, que son pura creación, que son sin paliativos el Verbo.
MIRARLAS despierta la meditación, cualquier imagen lo hace, y suelta los sentimientos, tantos como miradas tenga del espectador al que le abre caminos de tantos y tantos posibles. Bajo el título de cada obra, se sugiere un pensamiento, que no es más que uno de tantos y tantos…