Confianza o digamos fe.
Volviendo a la palabra primera, la naciente y tan indecisa, la que como Jesús Moreno dice será sustituida por las palabras que la inteligencia despierta vaya profiriendo, ya como órdenes, como si fuesen queriendo tomar posesión de cuanto se presenta en el espacio y en el tiempo. Las palabras cargadas ya de intención posesiva. Profundizando en esa palabra primera María Zambrano nos dice en su “Claros del Bosque” que esa palabra se despierta a su vez entre esta confianza radical que anida en el corazón del hombre y sin la cual no hablaría nunca. Y aun se diría que la confianza radical y la raíz de la palabra se confundan o se den en una unión que permite que la condición humana se alce.

Y sigue diciendo Jesús, en su aclarar, que Zambrano explica esa misteriosa relación entre la raíz de la palabra y la irrupción que todo lenguaje intencional de hecho supone, y tanto más cuanto más se correlacione ese lenguaje con la proyección del yo y sus mandatos irruptores. Y dando a ver cómo aquella palabra primera se recoge y esconde ante la irrupción de las cargadas de intención, en el movimiento del místico que se va a sus altas cavernas del sentido, que se hace perdidizo y peligra perderse ahí. Y así también ve aquélla a la palabra inicial vagar escondida y perdida. Dejando la huella de su diafanidad que una y otra vez vuelve como balbuceos, susurros y aurorales relámpagos que desencadenan por instantes a las palabras de los lenguajes intencionales implacables… Es el germinar de la palabra desde su semilla…
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