El Espejo y la Memoria
No hace mucho encontré la casa que construyeron mis bisabuelos y más allá de la ilusión, se activó en mí la memoria. Una memoria inexistente, porque en principio no parece que pudiera recordar lo que desconozco. Ignoro el nombre que tenían, porqué hicieron esa casa, el tipo de vida que llevaron o el aspecto que tenían. Pero la Imaginación Creadora fue construyendo todo un relato a través de los detalles que la vista iba desvelando y, es que lo que antes no me decía nada, ahora era todo parte de algo. Un orden iba surgiendo a través del caos.
En ello estaba cuando la lectura del “Logos Oscuro” de Jesús Moreno me llevo a rememorar uno de los relatos griegos del mito de Dionisos según el cual éste al contemplarse a sí mismo en el azul del Caos se lanzó gozoso hacia él y se esparció dando así origen al azaroso orden del mundo. Y transcribe el pasaje de G. Colli en El nacimiento de la filosofía:
El símbolo de Dionisos más arduo, más profundo, citado en un papiro órfico presentado de nuevo muchos siglos después por las fuentes neoplatónicas: el espejo. Estas últimas, cuando expurgamos sus perspectivas doctrinales, nos ayudan a descifrar el símbolo. Al mirarse en el espejo, Dionisos ve reflejado en él el mundo, en lugar de a sí mismo. Así pues, este mundo, los hombres y las cosas de este mundo, no tienen una realidad en sí mismos, sólo son una visión del dios. Sólo Dionisos existe, en él todo se anula: para vivir, el hombre debe regresar a él, sumergirse en el pasado divino. Y, en efecto, en las tablillas órficas se dice del iniciado que anhela el éxtasis mistérico: “Ardo de sed y muero: pero dadme, aprisa, la fría agua que mana del pantano de Mnemosina”. Esta última, la memoria, apaga la sed del hombre, le da la vida, lo libera del ardor de la muerte. Con la ayuda de la memoria “serás un dios en vez de un mortal”. Memoria, vida, dios, son la conquista histórica contra el olvido, la muerte, el hombre, que pertenecen a este mundo. Al recuperar el abismo del pasado, el hombre se identifica con Dionisos.
Y pues en ello estoy, recuperar el abismo del pasado, liberar en la memoria la vida y dejar que lo divino engrandezca al hombre que vive en ese espacio de tiempo, regresando a mí en el camino recibido.
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