La Dualidad
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La Dualidad

pasos

No vayamos al fondo, caminemos al encuentro del centro. En el centro hay coincidencia, es encrucijada de caminos, punto inmóvil que dispara el movimiento. María Zambrano sitúa en el centro el encuentro de su vía positiva con su vía negativa: la primera es la del poeta, la segunda la del bienaventurado. Su Razón Poética es el cruce de estas dos vías. El poeta trabaja lo visible, el bienaventurado está en lo invisible.

Leyendo Claros del Bosque, que se sitúa en la “vía positiva”, y que si bien está escrito en prosa ¡hay tanta poesía sobrevolando! que se hace difícil acompasar la respiración, quiere una detenerse en ciertas frases, volver y volver sobre ellas, degustarlas, escucharlas como un canto ininterrumpido, sin ser consciente se las lleva a algunas hasta las estrellas, como si fueran ellas las que las derramaran sobre esas páginas, otras se las asimila a los pájaros del árbol cercano que les prestan sus melodías, y así te llevan a poner la mente en Danza, a danzar con ellas al ritmo del universo, en su flujo ininterrumpido.

La dualidad como danza: tan pronto se poetiza un instante mágico al perderse la mirada en esa pequeña piedra del camino encontrada sin más, como se profundiza en lo más insondable del ser de uno permitiendo que emerja el más recóndito canto del mundo en el trino casi inaudible del diminuto pajarillo.

El pincel es danza, es movimiento que parte del centro. Detenido en lo visible que es poesía, camina hacia lo invisible sin gravedad. Y surge el Trazo que deja constancia del vuelo ingrávido en el que cualquier dualidad implosiona en unidad.

El Trazo Negro, que podríamos descomponerlo en la amplia gama de colores conocida, simboliza la Unidad. El negro es el equivalente a la luz, que absorbe todos los colores en el blanco por adición, pero en lo matérico del pigmento es el negro el que contiene todos los colores por sustracción. El negro de la tinta, no es cualquier negro, se sustrae de la quema del carbón, a su vez sustraído de las entrañas de la tierra. De ahí que entrar en el negro requiere hacer unidad en el pensamiento: entrar en lo Real.

Pero en lo Real no podemos disociar la unidad de la dualidad. El despliegue de realidades no elimina lo real. La confluencia, la coincidencia, el encuentro en el centro explosiona en lo diverso, pero nos recuerda que la relación es de unidad. Quizás por eso el Trazo, pincel en mano rehúye el color para unificarse en el negro de la tinta, es su unidad en el trasiego del camino.

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