La Meditación
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La Meditación

respirar en el silencio de su ser

En esta asimilación del pensamiento de María Zambrano escuchándolo según levanta ecos con el propio, pero sobre todo en sintonía tantas veces con el pensamiento que desarrolla la pintura china, una sintonía que nos permite profundizar en el que de ese lejano oriente nos llega, si bien, tantas veces tergiversado por traducciones de términos e ideas muy poco acorde con la verdad, y que sin embargo a través de María, curiosamente podemos recuperar con mucha más cercanía al sentir más íntimo del que desde China nos llega.

Dice María que la meditación es la forma del pensar que más conviene a alguien que ha de hacer algo. Y meditar es pensar, sí, mas sin perder contacto nunca con la realidad, moldándose a ella, siguiéndola hasta perderse, siguiendo también el curso del autor, sus idas y venidas, sus padeceres y aun pasiones. Meditar es como el hilo que, invisible a veces, no se pierde; es la forma más inmediata del conocer que es experiencia: eso que se puede llamar también una pasión, una pasión que lleva toda una vida y atraviesa sus correspondientes infiernos, sus momentos gloriosos, lo que no se sabe en verdad que sea mayormente difícil…

Pues lo que se hace meditando es como lo que se hace respirando y respira a su vez. Y respirar, ya se sabe, es el signo elemental e inconfundible de la vida…

… el arte, todo arte, ha de realizar, sí, el sueño, mas no presentándolo en sí mismo en su esquematismo delirante, en su grito. Realizar un sueño no es transcribirlo ni presentarlo tal como es, tal como no puede ser, sino recogiendo su clamor, conducirlo allí donde puede tomar ser. Pues que todo sueño es monstruo, un monstruo de algo no nacido todavía, y sólo se le sirve si se le da nacimiento en un lugar donde, en otras dimensiones, puede albergarse lo que de realidad lleva, pues que todo sueño aspira a realizarse…

… una obra es nacida… lo que quiere decir que posee una especie de vida que se asemeja a la natural; desbordan de sí mismas, se derraman, cambian, no pueden ser captadas en suma, por penetrante y total que sea la mirada en un solo acto, de una vez. Pues lo que está vivo sólo puede entenderse siendo vivido… estando tan de lleno en el universo de la visibilidad, no son cosa de ver, de solo ver, sino de contemplar, lo cual es ya otra cosa…

Ah el trazo de tantas palabras soñadas que se desvirtúan en monstruos que piden ser nacidos tras meditarse esa realidad que ha quitado ser a tantas palabras ahora ya incomprendidas pues se han perdido en la vorágine de la voluntad conductista, y que ahora piden ser contempladas para ser de otra forma, cambiar en el fluir. Se nos pierden, se nos mueren las palabras… Se pintan las palabras…

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