La Pintura
Dice María Zambrano que LA PINTURA, la más misteriosa e intelectual al par de las artes plásticas, nacida en una cueva, en la luz vacilante, viviente, de la tea o de la mariposa de aceite, en la luz que aún arde delante de los muertos, que aún se enciende en las casas mediterráneas e hispánicas por las ánimas del purgatorio, en su conmemoración. No es la luz natural la primera que originó la pintura, como hoy hace bien patente el descubrimiento de la pintura de las tumbas egipcias, hecha no para ser vista, sino, más bien, la sombrea desgarrada por un instante para que el misterio de la imagen, ánima, fantasmagoría, aparezca…
Porque todo cuadro verdadero está en una cueva, en una soledad, en un silencio, y hace falta a veces que nos detengamos ante él para que vaya desapareciendo todo lo que nos rodea y recordamos, para que se hunda el mundo que nos acompaña, <este mundo>, y aparezca al fin la pintura, cosa de otro mundo. En este sentido, ninguna pintura verdadera ha sido ni podrá ser nunca realista…
Pero nunca he conseguido dejar de ver en la obra de arte una verdad, una cierta verdad en modo peculiar, quizá por incapacidad para estimar la belleza suelta o la belleza en función de recubrir un vacío o algo que por sí mismo no tiene sustancia. Cada arte tiene su sustancia propia a expresar, y ala sustancia de la pintura es el misterio o, por mejor decir, las cosas sagradas…
Mas las cosas sagradas ¿cuáles son? … por principio, por derecho propio, todo lo que se refiere a la esencia de la vida, a su fondo último y secreto; esa palpitación inocente y trágica de la simple existencia, en suma, al nacimiento de lo más sagrado de todas las cosas, de todos los acontecimientos. Al mismo misterio entre todos mayor aún que el de la muerte, pues la muerte misma sólo en función del nacimiento puede sentirse y alcanzar sentido…
Y así, son pintura verdadera y pintura de verdad: coincidencia, realización de la esencia de la pintura en una obra nacida en un instante del tiempo, en unas circunstancias, ya que la esencia viviente de un arte permite y aun exige ser realizada en cada época, en cada pintor…
La aurora es para todos, para todos los que aspiran a la vida; más bien para todos los que , teniendo vida, gimen privados de ser, siendo a medias, pues el monstruo y ellos son quizá los seres que más pueden simbolizar la aurora que es lucha aquí en este planeta. Lucha entre la luz y la sombra; lucha entre lo viviente informe por la forma…
Ahí, en la aurora, cuando se desgajan las últimas sombras, cuando la luz tierna se siente como una caricia del viento, cuando nace con suavidad y en silencio un día nuevo, dejando la noche con sus monstruos sueltos que han desbaratado pensamientos, realidades, programas, voluntades… se apagan dejando la huella indeleble de su presencia, el pincel se toma solo y el trazo surge de las profundidades de la caverna, de las entrañas, para entrever la luz como un suspiro, una aurora que el sol apagará, borrará con rotundidad aplastante…
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