Poeta en Nueva York
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Poeta en Nueva York

Introducción a la Muerte o Poemas de la soledad en Vermont es como nombra al capítulo VI y lo integran 6 poemas.

Empieza ya con la muerte siempre en dualidad con la vida. Y aunque el duende no lo menciona en este poemario que nos ocupa, lo hace presente en su conferencia Juego y Teoría del Duende. Dice: Así pues el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar… Todo hombre, todo artista, cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con su duende, no con su ángel, ni con su musa… Ángel y musa vienen de fuera, el ángel da luces y la musa formas. En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre.

La verdadera lucha es con el duende.

Con la muerte no hay lucha, sólo desplazamiento. Esa dualidad de la que Lorca no sale, es la que le impide decantarse, no puede optar por el surrealismo, tan sólo crear en su órbita, que es la de su tiempo. En esa órbita surge Poeta en Nueva York pero invocando la lógica poética que tanto nos va a recordar a la razón poética de María Zambrano. Esa evasión que se le reclama y de la que dará cumplida cuenta, es con pies de plomo: Yo estoy y me siento con pies de plomo en arte.

 

 

duende

pero el arco de yeso, ¡qué grande, qué invisible, qué diminuto! sin esfuerzo

para ver los huecos y los vestidos…¡ya va por el aire el mío!

No hay siglo nuevo ni luz reciente. Sólo un caballo azul y una madrugada.

Amigo: despierta, que los montes todavía no respiran y las hierbas de mi corazón están en otro sitio.

Volaba dentro de una gota la cáscara de pluma y celuloide de la primera paloma.

los dos lo han querido, los dos, los dos…

la luna con un guante de humo sentada en la puerta de sus derribos. ¡La luna!

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