Vacío o Aniquilación

Aclarar que el interés aquí no está en hablar del vacío sino desde el vacío.
Para lo cual es clarificador lo que María dice en “Notas de un método”: El camino más adecuado, lo que el hombre necesita, es un lugar que sea “otro” pero del que se pueda salir para volverse a lo “mismo”. Cuando esto se verifica ya no se está propiamente en el mismo lugar; algo ha quedado prendido del otro lado, algo que no se podrá nunca rescatar.
Ayuda en este pensar lo que el sufismo entiende por faná o la aniquilación y por baqá o lo que queda después de… Aniquilación, que como dice María, es la necesidad de hacer el vaso vacío, para una vez ahí, ver lo que queda de creador tras la nada. Para hablar desde ese vaso vacío, ella echa mano de la vía negativa que desarrolla en “De la Aurora” y “Los Bienaventurados”. La Aniquilación Creadora.
Vía negativa que los Bienaventurados viven como ese centro recóndito que sigue “operando” en la raíz misma del hombre como bienaventurado que es en lo invisible. Será invisible en lo “extenso”, en cualquier género de extensión, y por lo tanto también en cualquier forma de lenguaje. Pero será precisamente “palabra” interior, que, inconsumible como es, es la fuente generadora y transformativa de todo lenguaje. Apela a la palabra y al “silencio” hechos en la pura respiración.
La Meditación Consuntiva, que es vía negativa, es la que propiamente va a “producir” la razón poética y su extremada concentración en “sutras” en los últimos escritos de María.
Las dos vías, la positiva y la negativa, no mantienen entre sí una relación dialéctica, por la que podría entenderse que una es la superación de la otra, sino un juego de alternancia de momentos “oportunos” que permite percibir la posibilidad de uno bajo el otro: requiebro daoísta. Para llegar a la daoísta pregunta de ¿Para qué hombres? Resuelta en: para ser el poeta de lo visible, que ha de preservar lo más común y verdadero del hombre, su ya por en medio del todavía no histórico, la “sierpe” enroscada y anticipada así en todo hombre como la más real promesa de sí mismo, de ser el que se iba a ser, y que puede llegar a ser el que es: en la corona de los seres.
Y ahí ya el propio poeta de lo visible se convierte en el bienaventurado. Es decir, bajo la primera vía aparece en lo invisible la segunda.
Es el centro invisible que recoge lo mucho que al respecto toda la Tradición ha ido señalando sobre esa Tierra preciosa que es la Tierra de los bienaventurados, el corazón oculto y así en la oscuridad de los reales polos del mundo, los que lo sostienen, sostenidos ellos mismos por su propio “corazón” como eje invulnerable, como ese centro recóndito que ha podido desenroscarse hasta alcanzar a su “corona” corporal…
(El Logos Oscuro de Jesús Moreno Sanz, tomo IV)
Porque como dice María: Lo esencial y propio del hombre es la anticipación, el constituirse anticipadamente en aquello que todavía no es.
Los Bienaventurados aparecen bajo la forma del hijo del Universo, el que ha hecho en lo “invisible” su propia “corona” en que se ha desenroscado su recóndito centro, y se ha convertido en un ser completo; testigo oculto de que hay todavía esperanza, a la que moviliza.
Falta por ver ejemplos concretos de Bienaventurados que han dejado su impronta, y que en esta confluencia tan actual de los polos oriente-occidente, concretando por ejemplo en China-Europa, podemos hablar de Shitao (1642-1707) y Velázquez (1599-1660) que en arte pueblan esa Tierra preciosa que es Tierra de los bienaventurados.
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